22/3/11

El mar en calma


NO pudo explicar con palabras lo que su sonrisa le quería decir. Todo lo que ella había soñado no se había vuelto realidad pero sentía que había llegado a ese paraíso del que todos los que se enamoran hablan.
Despertó deseando que la noche no hubiera terminado. Como todas las mañanas abrió los ojos sin previo aviso sintiendo la luz del sol en el rostro y tomó sus lentes de la repisa. Vio la hora y se acurruco un poco más. Dentro de las cobijas se hallaba un aroma que ella recordaba. Lo sintió a su lado. Despertó bruscamente y cuando abrió los ojos no estaba en su alcoba.
Todo el lugar olía a él. No importaba donde estuviera se sintió segura al darse cuenta que su cuerpo estaba rodeado por sus brazos y que se había quedado toda la noche a su lado. Acarició sus brazos. Pensó que no quería estar en ninguna otra parte.

El sol entraba por la ventana entreabierta por donde los espiaba el viento. Cuidadosamente volteó hacia él y de frente le acarició el rostro como queriéndose asegurar de la realidad. Las sábanas rosaban sus cuerpos desnudos y su cuerpo era como el mar en calma. En su mente solo proyectaba el momento en el que todo había comenzado...

Su caminar seguro fue lo que la cautivo. En su mirada el universo y las estrellas escribían el pasado, el presente y sus labios, para ella, el futuro beso que robaría aún sin saber porque ella sentía que todo había cambiado.
Su mirada tierna hipnotizo su alma. La seda de su vestido se ondeaba en el aire y su perfume inundaba la ciudad. Él no pudo evitar observarla detenidamente y captar toda su perfección.

El rumbo de ambos desapareció repentinamente y el tiempo se detuvo en ese contacto visual. Todo desapareció. El mundo era suyo. La luna los miraba y se volvía cómplice de la locura.

Él despertó cuando sintió sus manos en su rostro. --¡ Buenos días, mi amor! --.


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