29/9/14

Despedida.

 Mi mente se había quebrado desde antes, ya había perdido el control dentro de casa. NO pude más y salí con un cuchillo en la mano, dinero y celular en la bolsa del pantalón y mis llave. Al llegar ahí ya no era yo pero verla como la vi me hizo perder la poca cordura que me quedaba. La vi tras la ventana cuando  la fui a buscar, en su recámara con él. Ella disfrutaba lo que hacían mientras yo pensaba y lloraba por ella.  Ya lo había decidido desde antes pero ahora todo tiene más sentido. Me quedé ahí parado frente a su ventana mientras seguía llorando y perdiéndome en mi infierno. Al cabo de un rato decidí llamarle al móvil y ella respondió mientras se seguían acariciando, malditos. Me escuchó sollozando y no  causó nada en ella hasta que toqué en su ventana y se dio cuenta de que estaba ahí observándoles. Nunca la vi saltar de la cama de esa manera ni para levantarse a trabajar cuando ya se le había hecho tarde. Abrió la ventana, quiso explicarlo, me volví sordo y huí.

Todo el fraccionamiento parecía diferente, ya no veía las cosas de la misma manera. Yo ya no era yo y mi vida ya no era la que había sido. Caminé hasta salir de ahí. Mis pensamientos se comían lentamente todo dentro de mí, imágenes sangrientas, cosas incoherentes dentro de mi cabeza y yo no podía sacarlas de ahí. Mis pies eran pesados y mis manos ya no eran mías. El susurro del viento ya no jugaba con mi cabello, eran espinas que atravesaban la piel de mi cara. Y no me importaba, ya nada importaba. YA no habría más cuidados para las enfermedades de mamá y recibir regaños y gritos y golpes e insultos. Ya no habrían más borracheras de mi padre y gritos de ambos por las noches peleando por todo. Ya no escucharía los golpes que mi padre le daba a ella por no dejar de gritar. Ya no habría más de la fácil de mi hermana metiendo a cuanto cabrón se le cruza por los ojos. Ya no habría más de ese trabajo asqueroso que debo tener para complacer a mis padres y que no hable la familia de él mal de mí. Ya no habrían más engaños de parte de la cualquiera de mi novia que cada que veía oportunidad se acostaba con quien fuese. Todo se escapaba lentamente de mí mientras mis pasos iban solos.

Llegué a éste puente a temprana hora de la madrugada, las espinas que cargaba el aire eran más intensas ahí arriba y ya todo lo demás lo había dejado derramado por donde mi putrefacto cuerpo había pasado. YA no hay nada, ya no quiero que haya nada. Quiero silencio, calma, paz; hallar la llave que me libere de la prisión de mi cabeza. Cierro los ojos y siento como corre la sangre por mis venas cada vez más rápido. Necesito liberar presión de mi cuerpo, necesito salir de mi cuerpo. Me pararé firme en la orilla intentando sentir calor en esa helada brisa. Me quiero secar, dejar salir todo de mí y sólo flotar en el aire como hoja seca que alguien pisó y destrozó. Me encuentro solo mientras el teléfono no deja de sonar, desapareceré bajo las llantas de los autos.

Ayumi Jane.

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