9/6/14

Qué acidez tan macabra me provoca tu partida. YA las cortinas lloran de no verte desnudarte de nuevo frente a mis demonios. Ya mis pechos se enfrían y mis muslos se apagan al instante. Qué agonía tan caótica que poco a poco me vacía y me agota y me entierra debajo de podridas emociones. Silencio intenso dentro de nosotros, labios cerrados y ojos vendados que marcan el final de una era y el inicio del infierno emocional. Siento como los párpados se sienten pesados y millones de elefantes pisotean cada sentimiento que aún existía. Que soledad siento dentro de tus recuerdos, se me enfría el café de tus ojos, se me inundan las llagas abiertas, te me notas en la locura. Tantas marcas que dejaste en mi piel y tú huyendo de mis manías. Patética aberración aferrarse a lo imposible.

Ayumi.

16/4/14

Cataclismo.

Soy todas éstas tormentas cambiantes
que se acumulan en tus canales
mártires nocturnos 
bañados en interminables
ríos de lamentos
cadenas que se quejan
y se encienden
y no cesan
hogueras encendidas 
con besos caducados

somos ecuasiones perdidas 
caminamos hastiados
amamos
bestias galácticas
hambrientas de placeres constantes


engendrada del trauma y la locura
mantenida de constantes mentiras
lenguas mordidas
mares de alcohol
hija de historias 
de calor
de hierbas de olor
de poesía de nostalgias carcomidas
de lamentos

dejo a mis demonios correr
me golpean al pasar
borrachos malnacidos
que mutilan las gargantas
Adoloridas de silencio
Patéticos latidos
Apagados con múltiples azotes
Que se adhieren a la memoria
Y alteran realidades
y nos vuelven ficciones.


Ayumi Jane.



19/3/14

Se hallaba de nuevo caminando sólo por la calle, borracho, perdido en agonías y melancolías. En su cabeza sólo se repetía aquel momento una y otra vez y en sus manos las botellas  necesarias de cerveza. Caminó largas horas buscando en sus pocas alegrías remedio para su tormento. Le era casi imposible contener el llanto mientras su alma le hacía no parar de caminar como si quisiera escapar de él mismo. Su mente clamaba piedad, su cuerpo, la muerte. Se sentó en la acera a ver la luna y siguió bebiendo su elixir idiotizante. Cada parpadeo traía consigo flashes de imágenes con incontenibles tormentas de dolor, cada lágrima ya se sentía como estampida de mil elefantes. A punto de ser nada recordó cuando era todo, rompió una botella y le sonrió a las mentiras al morir. 

17/2/14

Melting

Es tan frío aquel espejo en que me vi reflejada
apagada
sola
hastiada
vacía

cargué con tus demonios
día con día
escondí una parte de mí
oscura
porque quería
solo un poco de ternura

me cansé de la soledad
de mis acciones frívolas
me harté de ser
la que no siente
la que no quiere
la que se enfría
día con día
sentí la necesidad
de entregarme
de querer
de ser parte

erré al intentar tantas veces
cambiar de curso un huracán?
no se puede
imagina mi vida sin ti,
el caos de antes
imagina mi vida después
de ti
culpas constantes

me culpo de no intentar suficiente
de no dejar
de lado las palabras
las emociones
y ponerle más sabor
a las acciones

sólo tenía en mi mente
no parar de tratar
de clavarme en tus miradas
de impregnarme en tus canciones
dejar de lado el dolor
y las antiguas pasiones

soy culpable del hastío en tus caricias
de las ganas perdidas
de las soledades en compañaía
de las lágrimas repetidas
nos hemos dejado caer
entre alambres de púas
y limpiamos las heridas
con caricias rudas.

Apagada me encuentro
en el centro de tu olvido
me recuerdo entre tus manos
y como te sentía dentro
mil miradas que se pierden
en los perímetros de tu templo
todo el campo recorrido
que me regala mil orgasmos.

Infiernos.


Cedió ante el fuego de su infierno que le quemaba la garganta. Aunque empezaba a sentir ese ardor en el alma, ese tibio candor encendiéndola las heridas no hizo nada por detenerle. Se quedó quita como el silencio, estática, simple como una raíz en podredumbre. Levantó los ojos por un segundo queriendo entender la complejidad de la situación y la simpleza de la vida, no encontró más que viejos recuerdos acumulados en la oscura habitación. ¡Qué fría aquella noche en que se perdía en las llamas de su miseria! la humedad recorría todos los recuerdos y escaseaban los momentos de lucidez.
Deambulaba por las noches cargada de agonías que le arañaban la espalda, dormía de día a lapsos intentando evadir todos los miedos que se apoderaban de ella hasta en el mundo de los sueños. Por las tardes la inundaban sus diluvios interminables, algunas con tormentas eléctricas dejando que los rayos le sacaran las tripas y la llenaran de hojas secas. El hastío que le servía el café, la melancolía que le acariciaba la espalda, las ganas mutiladas de todas sus extremidades. Sentía como el lobo tenebroso se paseaba por sus adentros, en sus bosques ya no había luz, todo en ella se volvía penumbra, se le apagaron sus soles, la fueron conquistando las maldades.


Ayumi.

17/1/14

He aprendido
a lamerme sola las heridas
a ya no fumar a medio día
a retroceder un par de pasos
cuando ya no encuentro salida.

caótico momento
en que me siento abandonada
desprendida de mi centro
fría, inerte
perdida en el tiempo.

recorro mis pantanos
me consumen sus abrazos
ya no recuerdo las manías
o aquello que me satisfacía.



13/11/13

Zampando un efluvio.

Hace poco me asomé a la ventana y estaban lloviendo lágrimas heladas y me recargué en el marco de ella para imaginarla un poco bella. Me sentí parte de algo aunque fuera externo y nadie me supiera ni me entendiera y me ignorara pero estaba. Regresé a mi sillón a olvidarme de la vida otra vez, a beberme ese frío café que por años se ha sentado conmigo, a tragarme mil palabras que mis manos ya han olvidado y que mi mente se empeña en recordar. Me rasgo los recuerdos para cobijarme un poco, hace años que no puedo estar sin taparme las piernas semi secas para no sentir el frío de la soledad recorrer desde los dedos de los pies hasta mi sexo haciéndome revivir la angustia y el dolor de un inesperado regalo. Y vuelvo a ser nada hundida en el hoyo negro del sofá donde veo infinitas películas de mis agonías y me bebo mi pasado en copas de vidrio soplado. Tengo amontonados tantos libros como recuerdos y hace mucho que no me paro a acomodarlos y los miro y les repaso los nombres y los autores y me vuelvo a sentar en el sofá quizá con uno de ellos para hojearlo hasta llegar a mi parte favorita.  Son tristes las mañanas en que ni la música se siente  igual hasta el punto de sentir que carece de sabor, de pasión, de algo puro. Se me han perdido momentos en canciones que se acaban, se me han escapado ilusiones en tonadas que se olvidan con el viento. Mi bosque ya no es el mismo, ya no he florecido y no recuerdo cuando fue la última vez. Me he quedado en un invierno eterno, no he cambiado de estación como cuando Hades se roba a Perséfone. Mis cuevas se han vuelto pasajes al inframundo, yo misma he sido devorada por mis tristes demonios hambrientos de presente para infectar. Ya no tengo nada que infectar, ya he parido, ya he mutado y hasta he matado. Ser hierba buena que parece mala que parece buena que parece nada. Ser hierba y ser nada. Ser tierra pisada, olvidada, ser solo tierra, ser vida y parecer nada. Se me han ido tantas vidas en creer en las mentiras, he tenido tantas otras para formar una verdad entre tantas falsedades, entre espejos y maldades; una verdad acomodada para no sentir la vida tan pesada. Se me ha hecho tan largo el tiempo en tan pocos años que prefiero sentarme pues empezaba a marearme, a sentir ganas de bajarme, de no jugar, dejar de respirar, detener el corazón y las memorias y los recuerdos y las verdades y las mentiras. Sigo aquí arriba con mis monstruos, le quiero ver el lado bueno a cumplir todos sus antojos pero vuelvo a mirar mi bosque desde la copa de los árboles cual Noctámbulo cambiante y recuerdo mis primaveras ya extintas y no puedo evitar volver a menguar. Se me ha enfriado de nuevo el café, mis vientos soplan tan fríos que ya me es imposible mantenerme tibia, ya no hay nada de calor en el infierno de mi sillón. Desde hace algunos años aquí empiezo y aquí termino, desde aquí veo y existo y no porque quiera es que ya no sé que hacer conmigo. Al final del pasillo hay tres puertas que no me llevan a ningún lugar y es triste saber que no habrá vuelta atrás al pasar por alguna de ellas. Muero de sed desde hace tiempo he perdido el sentido del tacto tanto como la cabeza y miro en retroceso y siento que he perdido la memoria. Ya no soy ni capitán de mi propio barco, dejé que alguien más navegara por mis mares hasta perderme en mi propia oscuridad y mis monstruos y demonios vuelven a devorar mi mente. Ya he perdido mi barca, mi tripulación y mi mapa, ya no tengo nada más que perder; hasta en mis cielos se han dejado de ver las estrellas que tenía tatuadas en la piel.

Ya no soy ni la sombra que antes era.



Ayumi.