26/9/13

Orgásmico

*Quise perderme un poco y caí dormida mientras escuchaba Pixies. La noche me tragó como si fuera viento entre las ramas de un encino.
Estaba recostada sobre el suave pasto del jardín sintiendo las hojas con mis dedos y mojándome completa con su rocío del alba. Se sentía la brisa de la mañana que acariciaba mi piel dejando su huella dejándola fría. Abrí los ojos y el cielo se vía rosado, las nubes como pintadas a mano como estelas de cometas. El sol comenzaba a salir frente a mí. Respiré profundo y disfruté del canto de las aves y el olor del durazno plantado detrás. Las hojas del encino hacían sinfonías en tonos bajos. Cerré mis ojos. Sentí como los latidos de mi corazón marcaban el ritmo, percibí como mi sangre corría por las venas, sentía como mi cuerpo se retorcía de sentir escalofríos y sensaciones incontrolables. NO pude parar, el instinto me había atrapado. Mis dedos se volvían música y recorrían mi cuerpo. Sentía como las notas tibias, altas acariciaban mi cuello y seducían mi vientre. Seguía soplando el viento y las notas eran frías y excitantes al contacto. Guitarras electrizantes rozaban por mis pechos y acariciaban cada uno de ellos aumentando el deseo. Baterías dementes que se escurrían entre mis muslos y jugueteaban en mi sexo. Hacían de mi cuerpo un pentagrama de dimensiones infinitas y lleno de fantasías. La música era perfecta, me llenaba por completo. Tiernas notas que se tornaban agresivas y quemaban y acariciaban. Mis latidos eran más intensos, la sangre corría por todo mi cuerpo más aprisa y la sentía como llegaba a mis piernas y regresaba. Y en el clímax de los tonos llegar y terminar, relajarme, volar."

Ayumi. 

Espejo.

“El deseo de dejar huella de lo efímero de la vida es lo que provoca la creación artística.”
G. Halasz Brassal

Una mañana cualquiera desperté en mi cama por el despertador con ese timbre chillón que tanto detesto. Me hundí bajo las sábanas blancas de esa cama inmensa dentro de mi habitación. Sentí con mis manos la almohada y me aferré a ella en posición fetal. Sentí la mañana. Ocho en punto. Aventé las cobijas y me estiré completamente. Sentí ese calambre rico en la espalda que recorre desde tu cabeza a tus brazos, tu vientre y baja hasta tus piernas y tus pies y tus dedos. Me senté. Volteé a la ventana y hacía un hermoso día soleado de los que tanto me gustan. Me volví a tumbar sobre la cama viendo al techo, admirando su nada; me olvidé del tiempo, de la hora. Estaba ahí rodeada de todo y de nada y me perdí. Fui todo para mí.

Ayumi. 



25/9/13

"Nadie sabe lo que es que un cuarto se vuelva un mundo entero por un momento, tú y yo si. "

Ayumi ♥