30/9/14

Martirio con H muda.

Me tenía alienada, pero él no daba signos de querer ser mío y yo con caricias no me lo ganaba.
-Llevamos tantos años ¿Cuándo te darás cuenta que estoy muriendo por ti?- emitía yo con desesperación contenida.
-Sabes que no busco una relación de noviazgo…
-Entonces ¿Por qué sigues aquí?
-Porque me la paso bien contigo, nadie nos está obligando a estar juntos ¡ya no me preguntes más por eso!
Yo lo conocía más que él a sí mismo, sabía cuándo mentía por la forma en que parpadeaba y esperaba unos segundo en responder, sabía cuándo algo lo disfrutaba demasiado que lo hacía dudar de la decisión de querer estar solo para siempre; como cuando le cocinaba lo que a él tanto le gustaba o cuando planchaba su ropa en las mañanas antes de irme a trabajar. Todo lo que hacía por él era porque lo amaba (aunque él a mí no) pero todo eso me pesaba tanto.
Él era mi martirio a diario, lo conocí un 13 de algún mes, nunca habíamos hablado antes sino que ese mismo día tuvimos sexo en el que era su refugio y desde entonces jamás salió de mí, salvo cuando peleábamos por alguna chica con la que se aventuraba y él amenazaba con irse para siempre pero terminaba regresando al día siguiente o esa misma noche.
Yo no confiaba en él, era tan volátil, tan voluble, tan libre; odiaba que creyera tener la razón, odiaba que dejara su ropa tirada por toda la casa, que supiera que era hermoso y que estuviera completamente seguro de ello, aborrecía que todos los días escuchara las misma canciones, detestaba cuando alardeaba con los demás y peor aún era para mí que no recogiera su plato al terminar de cenar.
-¡Sólo pido que levantes tu plato, es lo mínimo que deberías hacer! Yo plancho, aseo la casa, lavo el baño, cocino…¿y tú? ¿Dime qué haces tú?
-¡Yo hago mis cosas!
-¡Yo también, estoy en la maestría, tengo tareas y pendientes de más!
-¿Qué quieres, un hombre abnegado y sumiso que esté pegado a ti 24x7? ¿Ah? ¡Discúlpame pero yo no soy ese hombre que tú buscas!
Era el cuento de no acabar, podía estar muy enojada con él hasta estallar y levantar la voz, pero siempre sacaba su mejor arma…hacerme sentir mal. Eso me partía el alma, era jugar sucio pero a pesar de todo terminaba dándole un abrazo tan fuerte con todo mi amor para poder exprimir completamente de él su mala actitud. Deseaba que fuera diferente.
Sobre todas las cosas (aunque en su soberbia él nunca lo admitiera) disfrutábamos el mejor sexo de nuestras vidas: probábamos, sentíamos, olíamos y todo cada día o noche era diferente y extraordinario. Tanto, que los vecinos sabían santo y seña, no podían dormir. Y aunque al principio sólo era carne y hueso, después había un poco de ilusión manchando nuestros pechos, un poco de amor dejando huella en sus labios. Pero al final era sólo eso, un poco.
Había tiempos en que éramos felices, olvidaba todas mis dudas hacia él y mis peores pesares cuando dormía a su lado; él no se daba cuenta pero en las madrugadas se aferraba a mi pecho como si nunca quisiera alejarse de mí. Procuraba que comiera bien, todas las mañanas le preparaba el café como tanto le gustaba y le compraba sus cigarrillos favoritos.
Se enfurecía cuando me reía por cierta plaga de hormigas que tenía en nuestro cuarto que terminaban infestando la comida que dejaba sobre un buró para no comer en la cocina, porque le temía a la soledad aunado a la oscuridad. Él terminaba quemando a las mal aventuradas con vapor caliente de la plancha y gruñendo palabras indecentes entre dientes. Diversión siempre tuvimos: yerba, música, risas, aún con lo que odiaba de él todo era perfecto.
Pero también esos días en que estaba muy cansado y se sentía presionado por la escuela y pasaba horas y horas frente al monitor, preocupado por sus deberes; esos días también disfrutaba no molestarlo, observar lo bello que era y el talento y perseverancia que tenía en todo, hubiera podido ser el hombre completo para mí. Éramos tan parecidos, nuestros complejos, prejuicios y traumas eran los mismos pero nuestros corazones eran distintos.
-Deberíamos dejar de vernos.
-Vives aquí, ya eres parte de mí ¿Cómo quieres que te deje ir? ¿Dónde irás?
-Sólo digo que no quiero enamorarme, quiero estar con alguien que me dé seguridad y estabilidad- ...Mi corazón se terminó de romper.
-¿Y yo qué te he dado? ¿No he demostrado que puedo darte todo lo que necesita tu ser?
-Nena tenemos que avanzar…
-No, tú tienes que avanzar ¿Seguirás siempre durmiendo con cualquier idiota que conozcas en alguna fiesta?
-No lo entiendes…
Odiaba todo de él pero no quería dejarlo ir, quizá me volví dependiente a su compañía, a su aroma y hasta a sus regaños cuando no contestaba rápido el teléfono. Quizá yo ya había muerto y quería sentirme viva con un amor que me inventaba, con un hombre que aunque era mi martirio, era todo lo que tenía en ese momento. Pobre infeliz.
Alguna mañana tomó una maleta enorme como mi angustia y un yogurt de mango que había en el refrigerador, con el pretexto de pasar el fin de semana en casa de su padre, después de eso jamás regresó. Me quedé con esas hormigas en el cuarto y con el terrible sabor de la incertidumbre de pensar que habría pasado si tan sólo ese martirio hubiera tenido un poquito de amor.

Ayumi Jane.

29/9/14

Despedida.

 Mi mente se había quebrado desde antes, ya había perdido el control dentro de casa. NO pude más y salí con un cuchillo en la mano, dinero y celular en la bolsa del pantalón y mis llave. Al llegar ahí ya no era yo pero verla como la vi me hizo perder la poca cordura que me quedaba. La vi tras la ventana cuando  la fui a buscar, en su recámara con él. Ella disfrutaba lo que hacían mientras yo pensaba y lloraba por ella.  Ya lo había decidido desde antes pero ahora todo tiene más sentido. Me quedé ahí parado frente a su ventana mientras seguía llorando y perdiéndome en mi infierno. Al cabo de un rato decidí llamarle al móvil y ella respondió mientras se seguían acariciando, malditos. Me escuchó sollozando y no  causó nada en ella hasta que toqué en su ventana y se dio cuenta de que estaba ahí observándoles. Nunca la vi saltar de la cama de esa manera ni para levantarse a trabajar cuando ya se le había hecho tarde. Abrió la ventana, quiso explicarlo, me volví sordo y huí.

Todo el fraccionamiento parecía diferente, ya no veía las cosas de la misma manera. Yo ya no era yo y mi vida ya no era la que había sido. Caminé hasta salir de ahí. Mis pensamientos se comían lentamente todo dentro de mí, imágenes sangrientas, cosas incoherentes dentro de mi cabeza y yo no podía sacarlas de ahí. Mis pies eran pesados y mis manos ya no eran mías. El susurro del viento ya no jugaba con mi cabello, eran espinas que atravesaban la piel de mi cara. Y no me importaba, ya nada importaba. YA no habría más cuidados para las enfermedades de mamá y recibir regaños y gritos y golpes e insultos. Ya no habrían más borracheras de mi padre y gritos de ambos por las noches peleando por todo. Ya no escucharía los golpes que mi padre le daba a ella por no dejar de gritar. Ya no habría más de la fácil de mi hermana metiendo a cuanto cabrón se le cruza por los ojos. Ya no habría más de ese trabajo asqueroso que debo tener para complacer a mis padres y que no hable la familia de él mal de mí. Ya no habrían más engaños de parte de la cualquiera de mi novia que cada que veía oportunidad se acostaba con quien fuese. Todo se escapaba lentamente de mí mientras mis pasos iban solos.

Llegué a éste puente a temprana hora de la madrugada, las espinas que cargaba el aire eran más intensas ahí arriba y ya todo lo demás lo había dejado derramado por donde mi putrefacto cuerpo había pasado. YA no hay nada, ya no quiero que haya nada. Quiero silencio, calma, paz; hallar la llave que me libere de la prisión de mi cabeza. Cierro los ojos y siento como corre la sangre por mis venas cada vez más rápido. Necesito liberar presión de mi cuerpo, necesito salir de mi cuerpo. Me pararé firme en la orilla intentando sentir calor en esa helada brisa. Me quiero secar, dejar salir todo de mí y sólo flotar en el aire como hoja seca que alguien pisó y destrozó. Me encuentro solo mientras el teléfono no deja de sonar, desapareceré bajo las llantas de los autos.

Ayumi Jane.

22/8/14

Ahí estaba yo, aterrada, mirando sus ojos negros penetrantes, asesinando todo lo que era en ese momento. Su mirada llena de rencor y orgullo desataron en mi pecho un huracán de sentimientos. No pude llorar. Por primera vez no derramé una sola lágrima y me di cuenta que ya no era esa que era antes. 

21/8/14

Mor(H)ada.

Poseída
loca
marcada por las
hastiadas lágrimas del pasado
humillada
perdida
me fui ahogando en psicofónicos
lamentos
me fui hundiendo en ese enajenante aullido
que emanan dos cuerpos unidos

quedé arrodillada
gritando en silencio
queriendo matar el sentimiento
que poco a poco
me consumía por dentro
maldita la oscura y helada noche
cielos tristes que parecen mares
agresivos como tus
penetrantes ojos
cruel infierno de mis errores
delicado paraíso de eternas fantasías

rellené de melancolías mis días vacíos
abrí entre mis muslos
diferentes caminos
con las piernas llenas de
heridas de guerras y de amores
maldita la incesante y ardiente noche
que se me ha metido
hasta el centro 
me ha llenado de su conocimiento
me ha vuelto un ente necio
una sofisticada hada.


Ayumi Jane.

23/6/14

Habrá que inventar un sistema métrico para las distancias entre nuestras ganas, habríamos de nombrar diferente a las constelaciones que nos miran tocarnos, a las caras que nos hace la luna cuando nos mira recorrer nuestras dunas. ¿Con qué sobornamos al sol para que no nos acaricien sus rayos tenues en la cara al amanecer? Ya hemos gastado algunas sinfonías y compuestos otras y ahogado y revivido nostalgias entre orgasmos y sueños mojados. Me has dejado marcadas tus manías en las nalgas, he viajado al paraíso con tu lengua entre mis piernas renombrando los países de mis infiernos. Te regalo mis fantasías pegadas a lamidas a tu miembro, te ofrezco mis locuras escritas en gemidos a tu oído. Cargaría mil condenas con tal de volver a montarte otro poco, volver a sentir ese escalofrío recorrer mis adentros, mirarte en el cenit y escuchar tu llamado nocturno, tu estallido. Escuchar el orgasmo del cielo, sentirte terminar. ¡Qué solemne melodía que emanas de placer, he de grabar tus gemidos en mi piel, he de impregnar mis yemas de tu sed y mi lengua de tu miel.
Aquí me tienes entre las sábanas pensando en ti, te me notas en las ganas.

Ayumi Jane. 

9/6/14

Qué acidez tan macabra me provoca tu partida. YA las cortinas lloran de no verte desnudarte de nuevo frente a mis demonios. Ya mis pechos se enfrían y mis muslos se apagan al instante. Qué agonía tan caótica que poco a poco me vacía y me agota y me entierra debajo de podridas emociones. Silencio intenso dentro de nosotros, labios cerrados y ojos vendados que marcan el final de una era y el inicio del infierno emocional. Siento como los párpados se sienten pesados y millones de elefantes pisotean cada sentimiento que aún existía. Que soledad siento dentro de tus recuerdos, se me enfría el café de tus ojos, se me inundan las llagas abiertas, te me notas en la locura. Tantas marcas que dejaste en mi piel y tú huyendo de mis manías. Patética aberración aferrarse a lo imposible.

Ayumi.

16/4/14

Cataclismo.

Soy todas éstas tormentas cambiantes
que se acumulan en tus canales
mártires nocturnos 
bañados en interminables
ríos de lamentos
cadenas que se quejan
y se encienden
y no cesan
hogueras encendidas 
con besos caducados

somos ecuasiones perdidas 
caminamos hastiados
amamos
bestias galácticas
hambrientas de placeres constantes


engendrada del trauma y la locura
mantenida de constantes mentiras
lenguas mordidas
mares de alcohol
hija de historias 
de calor
de hierbas de olor
de poesía de nostalgias carcomidas
de lamentos

dejo a mis demonios correr
me golpean al pasar
borrachos malnacidos
que mutilan las gargantas
Adoloridas de silencio
Patéticos latidos
Apagados con múltiples azotes
Que se adhieren a la memoria
Y alteran realidades
y nos vuelven ficciones.


Ayumi Jane.



19/3/14

Se hallaba de nuevo caminando sólo por la calle, borracho, perdido en agonías y melancolías. En su cabeza sólo se repetía aquel momento una y otra vez y en sus manos las botellas  necesarias de cerveza. Caminó largas horas buscando en sus pocas alegrías remedio para su tormento. Le era casi imposible contener el llanto mientras su alma le hacía no parar de caminar como si quisiera escapar de él mismo. Su mente clamaba piedad, su cuerpo, la muerte. Se sentó en la acera a ver la luna y siguió bebiendo su elixir idiotizante. Cada parpadeo traía consigo flashes de imágenes con incontenibles tormentas de dolor, cada lágrima ya se sentía como estampida de mil elefantes. A punto de ser nada recordó cuando era todo, rompió una botella y le sonrió a las mentiras al morir. 

17/2/14

Melting

Es tan frío aquel espejo en que me vi reflejada
apagada
sola
hastiada
vacía

cargué con tus demonios
día con día
escondí una parte de mí
oscura
porque quería
solo un poco de ternura

me cansé de la soledad
de mis acciones frívolas
me harté de ser
la que no siente
la que no quiere
la que se enfría
día con día
sentí la necesidad
de entregarme
de querer
de ser parte

erré al intentar tantas veces
cambiar de curso un huracán?
no se puede
imagina mi vida sin ti,
el caos de antes
imagina mi vida después
de ti
culpas constantes

me culpo de no intentar suficiente
de no dejar
de lado las palabras
las emociones
y ponerle más sabor
a las acciones

sólo tenía en mi mente
no parar de tratar
de clavarme en tus miradas
de impregnarme en tus canciones
dejar de lado el dolor
y las antiguas pasiones

soy culpable del hastío en tus caricias
de las ganas perdidas
de las soledades en compañaía
de las lágrimas repetidas
nos hemos dejado caer
entre alambres de púas
y limpiamos las heridas
con caricias rudas.

Apagada me encuentro
en el centro de tu olvido
me recuerdo entre tus manos
y como te sentía dentro
mil miradas que se pierden
en los perímetros de tu templo
todo el campo recorrido
que me regala mil orgasmos.

Infiernos.


Cedió ante el fuego de su infierno que le quemaba la garganta. Aunque empezaba a sentir ese ardor en el alma, ese tibio candor encendiéndola las heridas no hizo nada por detenerle. Se quedó quita como el silencio, estática, simple como una raíz en podredumbre. Levantó los ojos por un segundo queriendo entender la complejidad de la situación y la simpleza de la vida, no encontró más que viejos recuerdos acumulados en la oscura habitación. ¡Qué fría aquella noche en que se perdía en las llamas de su miseria! la humedad recorría todos los recuerdos y escaseaban los momentos de lucidez.
Deambulaba por las noches cargada de agonías que le arañaban la espalda, dormía de día a lapsos intentando evadir todos los miedos que se apoderaban de ella hasta en el mundo de los sueños. Por las tardes la inundaban sus diluvios interminables, algunas con tormentas eléctricas dejando que los rayos le sacaran las tripas y la llenaran de hojas secas. El hastío que le servía el café, la melancolía que le acariciaba la espalda, las ganas mutiladas de todas sus extremidades. Sentía como el lobo tenebroso se paseaba por sus adentros, en sus bosques ya no había luz, todo en ella se volvía penumbra, se le apagaron sus soles, la fueron conquistando las maldades.


Ayumi.

17/1/14

He aprendido
a lamerme sola las heridas
a ya no fumar a medio día
a retroceder un par de pasos
cuando ya no encuentro salida.

caótico momento
en que me siento abandonada
desprendida de mi centro
fría, inerte
perdida en el tiempo.

recorro mis pantanos
me consumen sus abrazos
ya no recuerdo las manías
o aquello que me satisfacía.