19/3/14

Se hallaba de nuevo caminando sólo por la calle, borracho, perdido en agonías y melancolías. En su cabeza sólo se repetía aquel momento una y otra vez y en sus manos las botellas  necesarias de cerveza. Caminó largas horas buscando en sus pocas alegrías remedio para su tormento. Le era casi imposible contener el llanto mientras su alma le hacía no parar de caminar como si quisiera escapar de él mismo. Su mente clamaba piedad, su cuerpo, la muerte. Se sentó en la acera a ver la luna y siguió bebiendo su elixir idiotizante. Cada parpadeo traía consigo flashes de imágenes con incontenibles tormentas de dolor, cada lágrima ya se sentía como estampida de mil elefantes. A punto de ser nada recordó cuando era todo, rompió una botella y le sonrió a las mentiras al morir.